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En Cartagena de Indias se subordinan a la  lógica de la política económica hegemónica de los últimos años –centrada en el juego libre de las fuerzas del mercado y la acumulación del capital-. Está lógica ha conducido a grandes desequilibrios económicos, políticos y ambientales y genera profundas desigualdades sociales. Con esta dinámica de liberalización del mercado y desregulación se recrean nuevas formas de exclusiones y pauperización de la vida que vulneran la salud y la calidad de vida de una mayoría de la población, en particular la de las mujeres, afectando su bienestar y esperanza de vida. De igual, manera, el modelo de desarrollo implementado en el ámbito local caracterizado por este economicismo acumulativo y un permanente despojo de los recursos naturales tiene un impacto negativo y profundo en la calidad de vida de hombres y mujeres cartageneras y en el estado de salud colectivo de la ciudad. En general se afectan desfavorablemente todos los ámbitos donde la vida humana se recrea y se reproduce.

Adicionalmente, una simple mirada a la ciudad  sin muchas pretensiones, permite darnos cuenta que el proceso urbanístico caótico y desigual  favorece la desprotección del entorno, la desforestación y la insalubridad de una amplia área territorial de la ciudad sin ser de gran preocupación ni interés por parte de las autoridades sanitarias distritales. Así la desordenada dinámica urbanística se convierte, también, en un determinante estructural, de los procesos de las enfermedades infecciosas transmisibles en el Distrito. Se estructura un espacio geográfico no sólo con desequilibrios y asimetrías sino con una fragmentación social y destrucción de ecosistemas que agrava el estado de de la salud ambiental conllevando consecuencias destructivas para la salud colectiva. 


Paralelamente, a los efectos negativos que genera el modelo de desarrollo existente sobre la vida de las mujeres y hombres cartageneros se suman otros aspectos  desfavorables en relación al propio sistema local de salud. Ha prevalecido en el Distrito una concepción positivista de la salud y enfermedad; la mirada centrada en el hospital y el consultorio; la priorización del tratamiento médico de individuos enfermos (una atención meramente curativa
y medicalizada) sin cabida para la prevención y protección en salud de manera estratégica; limitadas capacidades de gestión;  negligencia en planificación sanitaria y organizacional en salud;  insondables problemas administrativos y financieros tanto de la Administración como de las Entidades Administradoras privadas (EPS) con consecuencias graves, y muchas veces irreparables para la salud de los usuario/as del Sistema; ausencia de un enfoque de derechos humanos; y una ética ignorada y subordinada a la lógica economicista. 


Los resultados indican que no se superaron las inequidades y discriminaciones en salud reflejándose en sistemáticos abusos prestacionales y una indolencia asistencial relacionados con la capacidad de pago de las ciudadanas y ciudadanos. No se tuvieron suficientes actuaciones para proteger los derechos de la ciudadanía y contrarrestar los efectos de la mercantilización del sistema local de salud y su privatización economicista impasible. Y no se ha diseñado un verdadero Sistema Distrital de Salud universal, integrado, articulado e
integral que permita garantizar la Salud como un Bien Fundamental y Público y un Derecho de Ciudadanía para toda la población cartagenera tanto afrocolombiana como no afrocolombiana de la ciudad; tanto para la población rica como pobre del Distrito.

 

Otra preocupante característica del Sistema de Salud Distrital es que en él se ejemplifica la discriminación e infravaloración que enfrentan permanentemente las mujeres. En esta situación a las mujeres cartageneras se les sigue impidiendo el pleno goce, como titulares de derecho, del derecho a la salud y de los derechos sexuales y reproductivos a los que deben acceder sin restricciones o exclusiones de ningún tipo y a través de todas las etapas de sus vidas. Las mujeres siguen importando más por el rol materno y su función procreadora, que por sí mismas. 

Del mismo, modo, en el campo de la salud hay un profundo  desconocimiento de la especificidad epidemiológica según grupos étnicos y un no reconocimiento de intervención clínico-preventivo que atienda la singularidad de los perfiles de enfermar y morir de la población afrodescendiente. Todo se borra en aras a un pretendido etnocentrismo y a una homegenización y neutralidad de los procesos de salud- enfermedad

 

Vivir de espaldas a las dimensiones de género y étnicas y a la propia interseccionalidad género/etnia/ clase pone en evdiencia una de las principales problemáticas de la equidad en salud en el Distrito.  La inequidad se hace evidente en el abordaje de los problemas de salud y en las oportunidades de atención y prevención.

En Cartagena de Indias, la salud está lejos de ser concebida en su carácter sustancial y en su práctica como un derecho humano y de ciudadanía. El derecho a la salud y a disfrutar de un municipio saludable es una asignatura pendiente con graves consecuencias para la promoción del bienestar y la calidad de vida colectiva.

El campo de la salud se caracteriza por una amplia crisis del sistema de salud, la ineficiente política pública local para promover salud de manera integral, la enorme insatisfacción de la ciudadanía y la preocupante falta de ética existente tanto en el proceder de muchas de las aseguradoras e instituciones de salud como en el quehacer de más de un profesional tanto administrativo como sanitario. 

CiDESD actúa frente la crisis de salud y la violación del derecho a la salud